sábado, 31 de julio de 2010

Capítulo 2: Alvaro y Nicole


Me demoré un poco en colgar la segunda parte, lo sé.
Para poder leer lo que viene a continuación es necesario que hayas leído el Capítulo anterior que está más abajo, no seas monce pues.



Capítulo 2: Alvaro y Nicole



Alvarón estaba sentado a mi costado, gesticulaba mientras contaba las cosas, se reía por ratos, la vacilaba, pero nunca tanto. De repente yo no quería saber mucho o de repente el me quería contar bastante pero todo empezó cuando le hice la clásica pregunta simplona, de esas que de repente ya sabes la respuesta pero igual la haces, porque simplemente salió:

- ¿Oe y que fue de tu flaca?
- Fue
- ¿Cómo se llamaba? Le pregunté, sin intuir nada todavía
- Nicole, Nicole Harman
- De puta madre esa flaca…



Hace aproximadamente 2 años, la última vez que Alvarón estuvo por acá, llegó por sus vacaciones de medio año con dos amigas que había hecho allá: una chica de seudónimo Patti (escrito en gringo para que suene más gringo) y la sensación de esa ida al norte, Nicole Harman.


La comitiva de viaje que hicimos junto a Alvarón incluía a 7 mujeres y 5 hombres, pero todas las miradas de la comitiva masculina se las llevaba, de lejos y con una ventaja abusiva, Nicole. Nicole tenía un nombre (y apellido) recontra gringo, pero su aspecto físico no era el del clásico estereotipo estadounidense, ni siquiera se le podía considerar gringa a primera vista. Su metro sesentaiocho era adornado con un pelo lacio castaño claro, un bronceado digno de las mejores playas de puerto rico, una expresión en la cara de felicidad en casi todo momento, unos ojos tan azules como el cielo de Cajamarca y un contorneado cuerpo que parecía esculpido con un pincel.


Alvarón, que por esas épocas aún mantenía la pinta de chico de portada de revista de serfin, no se demoró mucho en poner primera con ella (y bueno, no solo por conocer Máncora Nicole se había mandado el trip hasta acá). Estaba de local, con sus amigos y en su ambiente, así que sin mucho esfuerzo y bailando un merengazo en una de esas noches de juerga de Mancora, empezó la aventura de Alvarón con Nicole (y claro, Nicole se ganó la envidia y antipatía de todas las “viudas” de Alvarón: La frase “¿y esta gringa estúpida que se cree ah?? Me acuerdo haber escuchado más de una vez)


Alvarón se fue y le perdí el rastro, en realidad todo ese grupo nos fuimos perdiendo el rastro con el tiempo, por motivos que seguro se contarán en su debido momento.


- ¿La alucinaste? – Me preguntó
- La vez que la llevaste a Máncora
- Claro, pero me refiero, ¿alucinaste como era?
- No mucho ah, por lo poco que hable con ella la aluciné chévere
- Si ,¿no? – Sonó recontra irónico cuando lo dijo, pero me hice el sonso
- Si..


Y de nuevo cayó un silencio raro, mi cabeza andaba a mil alucinando que tema podía meter a la conversación, ya intuía que había rebuscado mucho en el tema y se me venía una conversación de la cual yo no quería ser parte; no por egoísta o mala gente, sino porque consideraba que yo no era la persona adecuada para escuchar lo que, pensaba, iba a escuchar.


Estaba a punto de preguntarle sobre la cadena Telemundo y los programas de Don Francisco cuando, como si fuera un hachazo, lanzó la pregunta:


- Oe loco, ¿a ti te han sacado al vuelta?
- -puta madre- pensé, a lo que respondí con un – No, ¿por?
- ¿Y qué harías si tu flaca te saca la vuelta?
- Que le voy a hacer, la mando a la mierda.
- ¿Y al pata? – me seguía preguntando-
- Depende, si sabe que estoy con ella, le reviento una roca en la cabeza, pero si no nos conocemos y la flaca fue toda la actitud de ”dame como pollo de Don Tito”, fue.
- ¿Y si el pata fuera vocalista de una grupo de música conocido? y me miró, como quien mira a alguien que le va a decir algo nuevo y novedoso.
- Me quedé callado un rato, ya era muy raro todo. – ¿Sabes que loco?, ya cuenta nomás – le dije.




Continuará

martes, 9 de marzo de 2010

La gringa Harman


A veces veo gente y pienso:


¿Qué han hecho sus viejos para que les salgan tan tarados?
Es como para preguntarle a su viejo: Señor, ¿Qué hizo antes de tener sexo y le salga esto? Por favor dígamelo para no hacer la misma barbaridad y háganos un favor.


Pero no es de eso que voy a escribir ahora.


Hay gente excelente que tiene historias buenísimas, y como las historias buenas merecen ser contadas, las voy a contar. No todos los datos, fechas, nombres y otras cosas son totalmente exactos para no herir susceptibilidades. Si te sientes identificado, a cualquiera le puede pasar, no necesariamente eres tu.


Capítulo 1: Alvarón


Hace como dos años caminaba por el malecón de Miraflores, como quien sonsea en invierno, y mientras pensaba en lo denigrante y perverso de como a un papá se le puede ocurrir eso de ponerle “rueditas de ayuda” a la bicicleta de su hijo hombre, sonó mi celular.

- Álo – con acento en la “A”.
- Habla Miguelardo – sonó por el otro lado del teléfono.
- ¿Quién eres? – Pregunté perturbado. Esa voz no se me hacía en lo más mínimo conocida y a lo más cercano que parecía era a la voz de Don Francisco.
- Oe soy Álvaro – me respondió al toque.
- ¿Qué Álvaro? – Como para dar a entender que no tenía la más mínima idea de quién me estaba hablando.
- Alvaro Del Pino huevon – ya medio asado.
- Alvarón!
- “Alvadón” – me imitó con voz de ganso.
- Habla oe infeliz, que es de tu vida.
- Oe te acabo de ver pasar por el malecón, ¿eres tú no?
- “No”, era Palito Ortega alucina.
- Imbécil, espérame ahí un toque pues.


Yo no entendía muy bien la situación. Hasta donde yo sabía, Alvarón había fugado a Estados Unidos a estudiar algún tipo de carrera que no recordaba exactamente. Si mal no le recordaba, a Misisipi.


El recuerdo que tengo de Alvarón era el de un tipo buena onda, flaco, medio rubio y medio castaño al mismo tiempo, con los ojos claros y una pinta de surfer de revista que lo ayudaba todos los fines de semana con las chicas. Era medio pendejo, si, pero un pendejo chévere, de esos que las mujeres dicen “ay pero es lindo”.


Lo conocía desde hace varios años pero nunca fuimos muy buenos amigos. Nuestros grupos de amigos en la playa eran los mismos, pero él era algo mayor que yo. Incluso en algún momento tuve un altercado con él por un mal entendido con su hermana, mal entendido que no viene al caso pero que se solucionó ese mismo fin de semana.


Me senté en el malecón mientras veía el pobre niño gordo pasar con su bicicleta con rueditas. “Pobre niño carajo” pensé. Casi al instante llegó Alvarón, algo cambiado, ya no tenía mucha pinta de surfer de revista que lo hizo popular, pero seguía teniendo cara de buen tipo, bien relajado y con el pelo corto. Todo un estudiante de Misisipi.


Luego de un abrazo de recibimiento procedí con las preguntas clásicas que se hacen dos personas que recién se encuentran.

-¿Qué haces por acá loco? Pensé que estabas en Misisipi.
-¿Misisipi?
-¿Qué, no estabas estudiando ahí?- Pregunté consternado
-¿Quién se va a Misisipi a estudiar?
-¿Tú?
-Hablas huevadas, estoy estudiando en Chicago.
-Ah, pero está ahí nomás…
(Silencio)
-¿Y qué haces por acá? Reenganché la conversación que ya se estaba perdiendo por mi falta de cultura norteamericana
-Vine de vacaciones, hace como 2 años que no venía y quería ver cómo estaban las cosas por acá.
-¿Y qué tal?
-Puta. Ahí, chévere


Ahí fue que me di cuenta que algo no andaba bien. O sea, vienes a Perú después de 2 años y me dices que estas “Ahí, chévere”. ¿Este tipo está loco? Pensé. Yo me voy dos años de este país y al regresar estaría más loco que Raúl Romero en concierto de Kermesse de colegio. ¿Este tipo esta demente?


Pero luego de unos segundos analicé la situación y me di cuenta que de repente algo malo le había pasado y por eso su estado de ánimo. De repente eso lo había traído de vuelta acá.


Se sentó a mi costado y le hice ver al gordito que paseaba con su bicicleta con rueditas. “Qué maldito su viejo” fue lo primero que me dijo, a lo que continuó con un “¿Te acuerdas que el chato Sanguinetti ? También tenía una así pero decía que no era suya sino de su primo de 31 años Jajajaja”


Alvarón se reía, metía sus chongos, pero algo le daba vueltas en la cabeza a cada rato y yo no sabía qué era ni por qué diablos me había pasado la voz.


No fue sino hasta la media hora de conversación que me contó la historia más retorcida y triste que había escuchado en los últimos años y que, para variar, tenía como punto central a una mujer: la gringa Nicole Harman.
Continuará.

PD: La imagen pertene al LARVORATORIO de Estuardo